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La Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y la Oficina de Ciencias del Departamento de Energía (DOE) apoyarán al Observatorio Rubin en su fase de operaciones para conducir la Investigación del Espacio-Tiempo como Legado para la Posteridad. También apoyarán la investigación científica con los datos. Durante sus operaciones, el financiamiento de la NSF lo administra la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía (AURA, por su sigla en inglés) bajo un acuerdo colaborativo con la NSF, y el financiamiento del DOE lo administra Laboratorio Nacional de Aceleradores SLAC (SLAC, por su sigla en inglés), bajo un contrato con el DOE. El Observatorio Rubin es operado por el Laboratorio Nacional de Investigación para la Astronomía Óptica-Infrarroja de la NSF (NOIRLab) y por el SLAC.

La NSF es una agencia independiente creada por el Congreso de los Estados Unidos en 1950 para promover el progreso de la ciencia. La NSF apoya la investigación básica y las personas para crear conocimiento que contribuya a la transformación del futuro.

La oficina de Ciencias de DOE es la mayor fuente de financiamiento de la investigación básica en ciencias físicas en los Estados Unidos y está trabajando para hacer frente a algunos de los retos más desafiantes de nuestro tiempo.

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    2. Objetivos científicos
    3. Formación de la vía Láctea

    Formación de la vía Láctea

    Si usted tiene la suerte de estar en un lugar donde el cielo está muy, muy oscuro, podrá ver la vía Láctea: enorme, majestuosa y dominando el cielo nocturno. La mayoría de las civilizaciones tienen historias para explicar el origen de la vía Láctea. Entonces, ¿cuál es la historia que la astronomía moderna cuenta sobre la formación de la vía Láctea?

    Todas las galaxias comenzaron como pequeños cúmulos —o halos— de materia oscura, gas y estrellas en el Universo primitivo. Estos halos fueron unidos por la gravedad para formar galaxias cada vez más grandes. En última instancia, esto significa que todas las grandes galaxias como la vía Láctea se han estado formando durante más de 10 000 millones de años, como una serie de cientos de estas fusiones. Algunas de estas fusiones se produjeron hace tanto tiempo que la mayor parte de sus rastros se han perdido. Pero algunas fueron tan grandes, o tan recientes, que podemos de hecho buscar los restos que dejaron atrás. ¿Qué son estos vestigios y cómo podemos encontrarlos?

    Empecemos con la vía Láctea e imaginemos que tiene una galaxia compañera más pequeña que orbita a su alrededor, como la Tierra orbita alrededor del Sol. Pero la galaxia compañera no tiene suficiente energía e impulso para seguir moviéndose alrededor de la vía Láctea. La gravedad acerca la vía Láctea a la compañera y ambas están destinadas a colisionar y fusionarse. Cuando la galaxia compañera cae sobre la vía Láctea, la gravedad de esta es tan fuerte que empieza a destrozar a la galaxia compañera. Las estrellas de la galaxia compañera son arrastradas en corrientes que a veces pueden ser tan largas que envuelven completamente a la vía Láctea. Así, la galaxia compañera —tal y como la conocíamos— ha desaparecido. Ya no es un objeto único que podamos señalar, pero sus estrellas seguirán formando estas corrientes durante mucho tiempo. El número de estrellas existente, el ancho de las corrientes y las trayectorias que siguen, además de las propiedades de las propias estrellas indican a los científicos cuál era el tamaño de la galaxia compañera, cuándo se formó y qué trayectoria siguió alrededor de la vía Láctea.

    También podemos utilizar estas corrientes estelares para reconstruir la historia de la formación de la propia vía Láctea. Hasta ahora, hemos encontrado 23 corrientes alrededor de la vía Láctea, ¡pero creemos que podría haber más! La luz de lo que solía ser una galaxia se extiende ahora en estas finas corrientes en vez de concentrarse en un punto, por lo que pueden ser extremadamente débiles y cubrir una gran área del cielo. El Observatorio Rubin será una poderosa herramienta para ayudar a los científicos a identificar y observar estas corrientes, ya que tomará imágenes de todo el cielo del hemisferio sur con más profundidad que nunca.

    Los científicos utilizarán los datos de Rubin para ayudar a contar la historia de nuestra propia galaxia mejor que nunca, y para mapear la historia de la vía Láctea.

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